Definiendo el liderazgo (1º PARTE)

¿Por qué hablamos de liderazgo? ¿Qué es el liderazgo? ¿Qué debe hacer una persona para ser percibido como un/a buen/a líder? ¿Cuáles son las características que definen el ejercicio del liderazgo de forma eficaz? ¿Quién puede llegar a ser líder? ¿Qué implicaciones tiene en los equipos y organizaciones el liderazgo?...

Estas son, entre otras, las innumerables preguntas que nos surgen cuando tratamos de aproximarnos a grandes conceptos como el liderazgo, que están en boca de todos/as, pero que, en ocasiones, desconocemos lo que suponen e implican en su globalidad.

Aunque en otros post recogeré los diferentes enfoques teóricos que pueden aportarnos alguna luz sobre estos interrogantes, me gustaría adelantar aquí algunas de las claves en torno a la competencia por excelencia en nuestros días.

LIDERAZGO, PODER Y AUTORIDAD
En primer lugar, hay que hacer especial hincapié en la idea de que el liderazgo implica un cambio en los modos de hacer que se vienen desarrollando en los equipos y organizaciones. Los/las líderes que se quieren promover, desde el enfoque imperante en la actualidad, no son aquellos/as que ejercen su influencia por la posición jerárquica que ocupan en una organización, sino que deben su liderazgo a sus colaboradores/as.

De esta idea se desprende la primera premisa necesaria para acercarnos al liderazgo: líder es aquel/aquella que cuenta con un equipo de colaboradores/as, en este sentido, el liderazgo guarda relación con el poder que nos confiere ocupar una determinada posición en la Organización, pero, principalmente, se relaciona con la autoridad que concede un equipo de colaboradores/as al recocer a una persona como líder.

¿Y qué debe hacer una persona para que sus colaboradores/as le reconozcan como líder? Esta es probablemente una pregunta que muchas personas nos planteamos al hablar de liderazgo.

Al respecto, hay que decir que no existen recetas mágicas, ni una única definición o listado de pasos que aseguren a alguien cómo llegar a convertirse en un/una buen/a líder, pero numerosos autores e investigaciones destacan como clave fundamental que el liderazgo comienza por uno/a mismo/a.

AUTOLIDERAZGO
Así, se señala que no es posible liderar a un equipo de personas, si el/la líder no comienza por “auto-liderarse”, es decir, empieza a conocerse, a identificar sus puntos fuertes y sus áreas de mejora, a concretar las habilidades a desarrollar, a reconocer y examinar los paradigmas a partir de los cuales actúa, etc. De ahí la relevancia de prestar atención, en primer lugar, al observador que uno/a es para poder, después, girar el foco hacia el equipo.

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